Otavalos y mitimaes

Imagen: Guias Viajar

En los últimos años ha cobrado cierta relevancia una teoría sobre el origen de los otavalos en la etnia de los conquistadores quechuas del Tawantinsuyo, que en honor a la verdad es parcialmente cierta y pasa de ser una simple teoría a una verdad documentada. Para entender mejor esta aseveración, el siguiente artículo pretende aclararlo más detalladamente.

Empecemos señalando que, de acuerdo a la crónica de Cieza de León, que se encuentra entre las más confiables por haber estado presente tempranamente en el territorio norte del Tawantinsuyo (circa 1540), el Inca habría dispuesto la implantación de soldados mitimaes en la región del Quito y Carangue, entendiendo que con Quito se refiere a la zona aproximada de las actuales provincias de Pichincha, y Carangue a la de Imbabura.

Hablando de esta última en particular, Cieza dice en el capítulo LVII de la segunda parte de su Crónica del Perú: "(...) mandó que en Carangue hubiese guarnición de gente ordinaria para paz y guerra, y de otras tierras puso gente en estas". Así mismo, en el capítulo LXVIII menciona: “(...) Y en los pueblos destos Guamaracones se pusieron mitimaes y gobernadores como en las mas partes”.

Esto tiene una explicación lógica, puesto que la Nación Caranki, conformada por una confederación de carangues, otavalos y kayampis, resistió la conquista durante aproximadamente una década antes de sucumbir en la Batalla de Yahuarcocha, y si hacemos un somero cálculo de las diferentes crónicas sobre la consecuente disminución de la población masculina adulta tras la misma, que dejó vivos únicamente a los varones en edad infante llamados wambrakunas, es obvio que estos últimos no podrían constituir la mano de obra necesaria por al menos unos años.

Ante dicho escenario, es lógico que el Inca hubiese ordenado el traslado de los mencionados mitimaes militares, tanto para controlar la región como para que sirviesen de mano de obra. Así mismo, resulta evidente que las uniones de las mujeres carankis, kayampis y otavalas con estos quechuas, así como el concecuente nacimiento de sus hijos, habría sido lo común al menos unos años.

Esto daría como resultado que, si bien no toda la población de estas tres etnias tiene ascendencia quechua, ni siquiera la mayoría, sí sería la realidad de una parte de ellas. Desconociendo, además de que región del Tawantinsuyo habrían llegado con exactitud los mencionados mitimaes, pues Cieza de León no lo especifíca, ya que únicamente hace relación a otras regiones del Imperio.


Fuente

  • Cieza de León, Pedro (1553). “Crónica del Perú”, parte Primera, capitulos LVII y LXVIII.

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