Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa (Baños)

 



El Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa, ubicado en la ciudad tungurahuense de Baños, constituye uno de los templos de peregrinación mariana más importantes del Ecuador que, además de ser un infaltable turístico de la provincia, es también una pieza clave para entender la historia de dicha localidad y el estrecho vínculo entre sus habitantes, la fe, las termas medicinales que le dieron su nombre hispano, y hasta entre la Sierra y la Amazonía.

Para empezar, se hace necesario señalar que en la década de 1570 llegaron los primeros misioneros dominicos a Ipo, como se conocía entonces a la actual ciudad de Baños de Agua Santa, y construyeron un rudimentario centro de acogida a la usanza indígena del poblado, para que sirviera de tambo a los misioneros que se dirigían o volvían de la región amazónica.

Según cuenta la leyenda, el Sacristán de aquel entonces vio la aparición de la Virgen y dos ángeles dirigirse a la Cascada que baja por la pared volcánica de Runtún, y después de un par de días en que el pueblo entero se reunió para pedirle que manifieste su deseo con ese prodigio, María habría pedido que se construya un santuario junto al manantial para la curación de aquellos enfermos que se bañasen en sus aguas. Y así lo hicieron.

La construcción del templo actual, alejado algunos metros de la gruta original, es de estilo neogótico y levantado enteramente en piedra volcánica. Inició trabajos el 11 de febrero de 1904 por iniciativa de fray Thomas Halflants, párroco de Baños en aquella época, y se terminó en el año 1944 bajo la dirección de fray Sebastián Acosta. Su decoración interior y los grandes murales que cuentan los milagros de Nuestra Señora de Agua Santa, son obra del pintor imbabureño fray Enrique Mideros a mediados del siglo XX.

La escultura que hoy se venera en el altar mayor, en cambio, habría aparecido dentro de un cajón que traía una mula sin dueño a finales del siglo XIX, y los lugareños la entendieron como un regalo del mismo Cielo, y desde entonces cambiaron la adoración a la Virgen de Monserrat, por la de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa, que es el que le dieron a la imagen llegada de la nada.

El edificio resistió con pocos fallos el terrible terremoto de 1949, así como las amenazas eruptivas del volcán Tungurahua, por lo que no solo los mismos baneños, sino los devotos de todas partes del país, consideran el templo como milagroso por sí mismo. Por ello acuden todo el año por milagros, pero particularmente cada 7 de octubre, que es la festividad de la Virgen de Agua Santa.

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