Viaje manteño de Tupac Yupanqui a la Polinesia
¿Cómo es que el inca Tupac-Yupanqui cruzó el Océano Pacífico y llegó a la Polinesia con ayuda de las balsas manteñas? En este artículo finalmente te voy a contar los detalles de esta legendaria hazaña recogida por las crónicas de Indias, y que, cada vez más, diversos estudios científicos demuestran que sí habría siucedido.
Pero para entenderlo de una mejor manera te recomiendo que revises el artículo anterior que subí sobre los manteños, en el que describo ampliamente sobre esa gran cultura navegante y comerciante de la costa del actual Ecuador, que será la verdadera protagonista de este. Y sin más preámbulos, vamos a revivir la historia.
Empecemos recordando que en las crónicas hispanas tempranas, como la Relación de Sámano-Jerez, o la de Fernández de Oviedo titulada "Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano", describieron las balsas manteñas y huancavilcas como las únicas que contaban con un complejo sistema de navegación a mar abierto, que incluía el material de los troncos de balsa y, sobre todo, velas de tela y guaras en lugar de timón. Particularmente este último sistema consistía en una serie de tablas que entraban y salían del agua para dirigir el rumbo y la velocidad de la balsa ante el oleaje.
Una tecnología que causó asombro incluso a los expertos marinos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa ya en el siglo 18, cuando describían las balsas de los descendientes de estas culturas que aún se usaban durante la época virreinal en la Real Audiencia de Quito.
Y únicamente para aclarar, culturas al norte y sur también fueron navegantes, pescadores y comerciantes, pero como se describe en las mismas crónicas de la época virreinal, además de los estudios arqueológicos sobre sus culturas, lo hacían únicamente cerca de la línea de costa, pues sus balsas de diversos materiales no resistían los embates del mar abierto como sí lo hacían las manteñas.
Curioso, Tupac Yupanqui tomó una flota de 120 balsas y unos 600 navegantes manteños con la experiencia en alta mar que su propio imperio andino no poseía, subió en ellas a unos 1.500 soldados quechuas, y alrededor del año 1465 partió desde Manta o Puná con rumbo al occidente. El viaje habría durado un año y se habrían topado con dos islas a las que llamó Auachumbi y Ninachumbi, en donde permaneció cerca de tres años antes de emprender el largo regreso. Hoy se cree que estas islas fueron Mangareva y Rapa Nui o Isla de Pascua, aunque algunos también teorizan de que podría haber estado en Nuku Hiva, en el archipiélago de Las Marquesas.
Pero regresando a las crónicas, estas señalan que a su regreso Túpac-Yupanqui trajo consigo oro, plata, esmeraldas y animales exóticos, pero también unos cuantos esclavos negros, que debido al color de piel de los aborígenes polinesios, es evidente que se trataba de ellos. Este último resulta también un dato interesante, pues varios cronistas señalan también haber visto la presencia de hombres negros en tierras de los manteños durante las primeras exploraciones a Sudamérica, por lo que se podría tratar de comerciantes polinesios o descendientes de ellos que se establecieron en la región de la actual provincia de Manabí.
Ahora, adelantándonos cinco siglos en el tiempo, a mediados del siglo XX el explorador noruego Thor Heyerdahl, tras escuchar la historia de Tupac Yupanqui y los manteños, se convenció de que era posible y quiso demostrarlo, por lo que en 1947 construyó una precaria balsa con madera del golfo de Guayaquil a la que llamó Kon-Tiki, y navegó durante 101 días y casi 7.000 kilómetros desde el puerto peruano de El Callao hasta Tuamotu, en la Polinesia francesa. Sin embargo, y aunque su hazaña se volvió famosa en todo el mundo y abrió las puertas para demostrar que se pudo poblar América desde la Polinesia o viceversa, el expedicionario noruego cometió una serie de errores que serían demostrados por otro expedicionario casi 20 años después.
Entre 1966 y 1973 el español Vital Alzar llevó a cabo tres expediciones para confirmar la viabilidad de la navegación prehispánica a mar abierto que había iniciado Heyerdahl, pero al seguir sus pasos se encontró con fallos que debió corregir. El primero y más importante era que la madera de balsa indispensable para la construcción de estas barcas transoceánicas provenía exclusivamente de las costas del actual Ecuador, por lo que tuvo que mandarla a buscar allí. Alzar notó que su predecesor había agregado al Kon-Tiki una proa de barco y un timón de escudilla, cosas que no existían en las embarcaciones prehispánicas. Y finalmente, tras estudiar detenidamente las crónicas y estudios arqueológicos sobre el tema, notó que se debía partir desde el actual Ecuador, donde hay evidencia de estas embarcaciones trasoceánicas en la cultura manteña, como he señalado.
Entonces Alzar realizó tres viajes desde Guayaquil para probar su teoría: La Pacífica, que salió el 23 de octubre de 1966 con 4 tripulantes, incluido un alférez de navío ecuatoriano, y que naufragó cerca de Galápagos porque la madera fue carcomida por gusanos. La Balsa, que partiendo el 29 de mayo de 1970 con 4 tripulantes, incluidos un cartógrafo canadiense y un geólogo chileno, llegó luego de 160 días a Mooloolaba, en Australia.
La teorización del encuentro entre la América precolombina y la Polinesia se disparó en las siguientes décadas, pero sobre todo durante los primeros años del siglo XX, con el lanzamiento de diversas hipótesis y el inicio de diferentes estudios que pudiesen comprobar aquel desconocido capítulo de la historia universal. Hasta que un estudio genético publicado en la revista Nature de julio de 2020, en el que participó un nutrido grupo multidisciplinario de científicos estadounidenses, mexicanos, noruegos, británicos y chilenos, analizó la variación de todo el genoma en individuos de 17 poblaciones de la Polinesia y 15 grupos de nativos americanos de la costa del Pacífico, en busca de signos de mezcla entre ellos.
Pero para entenderlo de una mejor manera te recomiendo que revises el artículo anterior que subí sobre los manteños, en el que describo ampliamente sobre esa gran cultura navegante y comerciante de la costa del actual Ecuador, que será la verdadera protagonista de este. Y sin más preámbulos, vamos a revivir la historia.
Empecemos recordando que en las crónicas hispanas tempranas, como la Relación de Sámano-Jerez, o la de Fernández de Oviedo titulada "Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano", describieron las balsas manteñas y huancavilcas como las únicas que contaban con un complejo sistema de navegación a mar abierto, que incluía el material de los troncos de balsa y, sobre todo, velas de tela y guaras en lugar de timón. Particularmente este último sistema consistía en una serie de tablas que entraban y salían del agua para dirigir el rumbo y la velocidad de la balsa ante el oleaje.
Una tecnología que causó asombro incluso a los expertos marinos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa ya en el siglo 18, cuando describían las balsas de los descendientes de estas culturas que aún se usaban durante la época virreinal en la Real Audiencia de Quito.
Y únicamente para aclarar, culturas al norte y sur también fueron navegantes, pescadores y comerciantes, pero como se describe en las mismas crónicas de la época virreinal, además de los estudios arqueológicos sobre sus culturas, lo hacían únicamente cerca de la línea de costa, pues sus balsas de diversos materiales no resistían los embates del mar abierto como sí lo hacían las manteñas.
Es en este marco que nos encontramos con la historia recogida por los cronistas Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello de Balboa, en la que un joven Tupac-Yupanqui, de solo 25 años de edad y aún en su calidad de Auki o príncipe heredero, llegó a tierras de los manteños y escuchó sobre dos lejanas islas llenas de riquezas con las que esta cultura tenía contacto. Según el historiador peruano Antonio del Busto, autor del libro "Tupac Yupanqui, descubridor de Oceanía", el Auki era un hombre que no había tenido nada que ver con el mar hasta que lo conoció cuando conquistó el golfo de Guayaquil y descubrió las balsas. Y siguiendo las corrientes y los vientos, entendió que estas podían llegar a cualquier parte.
Curioso, Tupac Yupanqui tomó una flota de 120 balsas y unos 600 navegantes manteños con la experiencia en alta mar que su propio imperio andino no poseía, subió en ellas a unos 1.500 soldados quechuas, y alrededor del año 1465 partió desde Manta o Puná con rumbo al occidente. El viaje habría durado un año y se habrían topado con dos islas a las que llamó Auachumbi y Ninachumbi, en donde permaneció cerca de tres años antes de emprender el largo regreso. Hoy se cree que estas islas fueron Mangareva y Rapa Nui o Isla de Pascua, aunque algunos también teorizan de que podría haber estado en Nuku Hiva, en el archipiélago de Las Marquesas.
El mismo historiador peruano Antonio del Busto señala varias pruebas de la estancia del inca, sus soldados quechuas y marineros manteños en esas islas, empezando por la leyenda mangareva que habla de un rey llamado Tupa que llegó en una flota de pae pae, es decir balsas a vela con doble mástil, y que deslumbró a los nativos con la cerámica, los metales y la textilería. El segundo indicio señalado por del Busto es una construcción de tipo incaica llamada Vinapú que se encontró en la Isla de Pascua, y que es demasiado similar a la técnica de apilación de piedras angulares que se desarrolló en el Tawantinsuyo.
También resultan interesantes para varios investigadores lingüistas la presencia de palabras similares entre lugares de la Polinesia y de América, como el plato de tonga manabita y el nombre del reino isleño de Tonga, en donde poseen un plato muy similar que lleva por nombre Pulu'lu. O el tocado que se encuentra sobre la cabeza de los famosos monolitos de la Isla de Pascua, que se llaman puka y significa rojo en quechua.
Pero regresando a las crónicas, estas señalan que a su regreso Túpac-Yupanqui trajo consigo oro, plata, esmeraldas y animales exóticos, pero también unos cuantos esclavos negros, que debido al color de piel de los aborígenes polinesios, es evidente que se trataba de ellos. Este último resulta también un dato interesante, pues varios cronistas señalan también haber visto la presencia de hombres negros en tierras de los manteños durante las primeras exploraciones a Sudamérica, por lo que se podría tratar de comerciantes polinesios o descendientes de ellos que se establecieron en la región de la actual provincia de Manabí.
Ahora, adelantándonos cinco siglos en el tiempo, a mediados del siglo XX el explorador noruego Thor Heyerdahl, tras escuchar la historia de Tupac Yupanqui y los manteños, se convenció de que era posible y quiso demostrarlo, por lo que en 1947 construyó una precaria balsa con madera del golfo de Guayaquil a la que llamó Kon-Tiki, y navegó durante 101 días y casi 7.000 kilómetros desde el puerto peruano de El Callao hasta Tuamotu, en la Polinesia francesa. Sin embargo, y aunque su hazaña se volvió famosa en todo el mundo y abrió las puertas para demostrar que se pudo poblar América desde la Polinesia o viceversa, el expedicionario noruego cometió una serie de errores que serían demostrados por otro expedicionario casi 20 años después.
Entre 1966 y 1973 el español Vital Alzar llevó a cabo tres expediciones para confirmar la viabilidad de la navegación prehispánica a mar abierto que había iniciado Heyerdahl, pero al seguir sus pasos se encontró con fallos que debió corregir. El primero y más importante era que la madera de balsa indispensable para la construcción de estas barcas transoceánicas provenía exclusivamente de las costas del actual Ecuador, por lo que tuvo que mandarla a buscar allí. Alzar notó que su predecesor había agregado al Kon-Tiki una proa de barco y un timón de escudilla, cosas que no existían en las embarcaciones prehispánicas. Y finalmente, tras estudiar detenidamente las crónicas y estudios arqueológicos sobre el tema, notó que se debía partir desde el actual Ecuador, donde hay evidencia de estas embarcaciones trasoceánicas en la cultura manteña, como he señalado.
Entonces Alzar realizó tres viajes desde Guayaquil para probar su teoría: La Pacífica, que salió el 23 de octubre de 1966 con 4 tripulantes, incluido un alférez de navío ecuatoriano, y que naufragó cerca de Galápagos porque la madera fue carcomida por gusanos. La Balsa, que partiendo el 29 de mayo de 1970 con 4 tripulantes, incluidos un cartógrafo canadiense y un geólogo chileno, llegó luego de 160 días a Mooloolaba, en Australia.
Y la final a la que llamó Las Balsas, que partió con tres naves el 27 de mayo de 1973 con 13 tripulantes ecuatorianos, españoles, estadounidenses, canadienses, franceses, chilenos y mexicanos, llevando también también monos y loros. Las balsas, llamadas Guayaquil, Aztlán y Mooloolaba llegaron luego de casi 6 meses, el 20 de noviembre, a Port Ballina, en Australia, cerca de Mooloolaba que había sido el punto de llegada de su segunda expedición. Este segundo viaje y atraque cerca del mismo punto en dos ocasiones, confirmaron la viabilidad de la navegación prehispánica por medio de la balsa manteña, cuyo sistema de guaras o timones, así como sus velas, permitían a la nave llevar el rumbo a través de las corrientes transpacíficas.
La teorización del encuentro entre la América precolombina y la Polinesia se disparó en las siguientes décadas, pero sobre todo durante los primeros años del siglo XX, con el lanzamiento de diversas hipótesis y el inicio de diferentes estudios que pudiesen comprobar aquel desconocido capítulo de la historia universal. Hasta que un estudio genético publicado en la revista Nature de julio de 2020, en el que participó un nutrido grupo multidisciplinario de científicos estadounidenses, mexicanos, noruegos, británicos y chilenos, analizó la variación de todo el genoma en individuos de 17 poblaciones de la Polinesia y 15 grupos de nativos americanos de la costa del Pacífico, en busca de signos de mezcla entre ellos.
El artículo científico, que lleva por nombre "El flujo de genes de los nativos americanos en la Polinesia es anterior al asentamiento en la Isla de Pascua", evidencia de manera concluyente el contacto de individuos de ambos lados del Pacífico alrededor del año 1200 de nuestra era, lo que resultaría contemporáneo con el asentamiento comprobado de la remota Oceanía. El estudio señala además que la mayor coincidencia genética se da con los grupos de lo que hoy son la Costa norte de Ecuador y el sur de Colombia, aunque no se sabe si el contacto sería desde América hacia la Polinesia, o viceversa.
Y con este dato concluyente, se puede entender el por qué Túpac-Yupanqui habría tenido que llegar a tierras manteñas para escuchar de las lejanas islas de Auachumbi y Ninachumbi, pues evidentemente fue este pueblo navegante el que tenía contacto con ellas desde al menos 200 años antes.
Fuentes
Primarias
- Sámano, Juan de; López de Xerez, Francisco (1527). "Relación de Sámano - Xerez".
- Fernández de Oviedo, Gonzalo (1550). "Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano, tercera parte". Edición de la Real Academia de Historia (1851-1855), Madrid.
- Ulloa, Antonio de (1792). “Noticias americanas: entretenimientos físico-históricos sobre la América meridional, y la septentrional oriental: comparación general de los territorios, climas y producciones en las tres especies vegetal, animal y mineral, con una relación particular de los indios de aquellos países, sus costumbres y usos, de las petrificaciones de cuerpos marinos, y de las antigüedades: con un discurso sobre el idioma, y conjeturas sobre el modo con que pasaron los primeros pobladores”. Imprenta Real, Madrid.
- Sarmiento de Gamboa, Pedro (1572). "Segunda parte de la Historia General llamada Índica".
- Cabello de Balboa, Miguel (1586). "Miscelánea Antártica".
- Murúa, Martín de (1613). "Historia General del Perú".
Bibliográficas
- Del Busto, José Antonio (2019). "Tupac Yupanqui, descubridor de Oceanía", segunda edición. Ediciones Lux, Lima.
- Heyerdahl, Thor (1952). "American Indians in the Pacific: The Theory Behind the Kon-Tiki Expedition". Rand McNally, Chicago.
- Alsar, Vital (1977). "La Balsa, el viaje en balsa más largo de la historia". Editorial Pomaire.
- Alsar, Vital (1978). "Por qué imposible? Ls Balsas". Editorial Pomaire.
- Ioannidis, AG, Blanco-Portillo, J., Sandoval, K, otros (2020). "El flujo de genes de los nativos americanos en la Polinesia es anterior al asentamiento en la Isla de Pascua". Revista Nature 583, pp.572–577.