La verdadera muerte heróica de Abdón Calderón

Abdón Calderón, héroe de la Batalla de Pichincha (Anónimo). Colegio Militar Eloy Alfaro, Quito.


Nacido el 31 de julio de 1804 en la ciudad de Cuenca, Abdón Calderón y Garaycoa fue el segundo hijo y primer varón del matrimonio conformado por la dama guayaquileña Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno, y el coronel Francisco Calderón y Díaz, oriundo de La Habana (Capitanía General de Cuba) y prócer de la Indepenendencia ecuatoriana por su destacada participación junto al coronel Carlos de Montúfar en los capítulos bélicos del casi desconocido Estado de Quito, el primer estado independiente en los territorios del actual Ecuador que existió entre 1811 y 1812, tras lo que fue apresado y fusilado en Ibarra.

Ocho años después su hijo, un joven Abdón de solo dieciseis años, seguiría el mismo camino de gloria del padre, enlistándose en el Ejército dirigido por Antonio José de Sucre para liberar la Real Audiencia de Quito desde Guayaquil, tierra de su madre. Como muchos otros soldados independentistas sin experiencia militar real, la ganó participando en batallas como las de Camino Real, Primer Huachi, Tanizagua, Yaguachi (Cone) y Segundo Huachi, alcanzando el grado de subteniente a los diecisiete años.

Cuando Sucre creó el Batallón Yaguachi en la ciudad de Cuenca, conformado mayoritariamente por quitenses que habían combatido desde 1820 y los que se habían sumado en el camino, nombró a Abdón Calderón como abanderado de la primera compañía. Es por ello que el adolescente fue el encargado de hacer flamear la bandera albiceleste de la Provincia Libre de Guayaquil en los siguientes combates, como el de Tapi en las inmediaciones de Riobamba (abril de 1822), donde el Yaguachi apoyó a los cuerpos de granaderos rioplatenses y chilenos y a los dragones colombianos en un épico encuentro entre caballerías.

Pero sería en la Batalla de Pichincha donde su nombre pasaría a la historia como parte del gran evento que selló la libertad de la antigua Real Audiencia de Quito, un proceso que había iniciado en época de su padre y que culminaría días antes de su propia muerte, en una coincidencia casi poética de una estirpe familiar que ofrendó todo lo que tenía por la causa de la Independencia, y que incluso después de su partida sería glorificada por la matriarca, doña Manuela Garaycoa, sus cuatro hermanas y un hermano, quienes nunca renegaron del sacrificio hecho por el padre y el el hijo hacia la Patria.

El comportamiento heróico de este joven fue exagerado casi ochenta años después por el escritor cuencano Manuel J. Calle en su libro "Leyendas del Tiempo Heróico", dedicado a incentivar el sentimiento de patriotismo en los niños que, particularmente sobre Abdón Calderón, relata sin ningún tipo de evidencia, que "Silba una bala y le rompe el brazo derecho. Silba otra bala y le rompe el brazo izquierdo. ¡Viva la República!, grita el heroico adolescente y siempre en pie, corre con la espada en los dientes". Texto responsable del nacimiento del mito en el que supuestamente había recibido heridas en cada extremidad, e incluso en versiones más radicales, sostenido la bandera con la boca.

Sin embargo, y aunque por décadas aquella fantasía se convirtió en la versión oficial de la historia, para llegar a la verdad podemos recurrir al parte de guerra oficial del 28 de mayo de 1822, seis días después de la batalla, en el que el mismo Antonio José de Sucre escribe: "Hago una particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo recibido consecutivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá; pero el Gobierno de la República sabrá compensar a su familia los servicios de este oficial heroico". Dejando claro que, si bien recibió cuatro heridas de bala, nunca se ha sabido en qué partes de su cuerpo fueron.

Sobre su fecha y causa de muerte también se levantaron mitos que de a poco se han podido ir acercando cada vez más a la realidad. Gracias a los historiadores guayaquileños Víctor Hugo Arellano y Mariano Sánchez Bravo se descubrió en 2004 un expediente en el que Manuela Garaycoa solicita las partidas de defunción de su esposo y su hijo, documento fechado el 18 de diciembre de 1832. En el folio se incluye entonces una copia de las mismas en las que se señala que, particularmente Abdón, murió el 7 de junio de 1822 a los diecisiete años de edad, es decir catorce días después de la Batalla de Pichincha.

El mismo expediente incluye testimonios de sacerdotes mercedarios, convento en el que fue sepultado el cuerpo del joven al día siguiente, aclarando que su deceso tuvo lugar en la casa del doctor José Félix Valdivieso, quien años más tarde llegaría a ser vicepresidente de la República y encargado de la Presidencia. Esto puede explicarse fácilmente por la difícil situación en la que se vio el Hospital San Juan de Dios, única casa de salud de la ciudad, luego del evento bélico, debiendo priorizar la atención de los heridos salvables, mientras aquellos desahuciados y los que tenían heridas menores, fueron acogidos en casas particulares.

Sobre las causas médicas exactas de su muerte ese 7 de junio aún no se han hallado pruebas documentales concluyentes, pero a nivel académico se teoriza sobre un cuadro de disentería causado por la mala alimentación de las tropas independentistas a lo largo de la Campaña, evidentemente agravado por las heridas recibidas en el campo de batalla, que en conjunto volvieron insalvable la vida del heróico adolescente cuencano, quien al menos partió de este mundo sabiendo que había logrado su objetivo de liberar las tierras quitenses.

Simón Bolívar al enterarse del comportameinto del joven y su lamentable fallecimiento, ordenó su ascenso post-mortem al grado de capitán, así mismo que "(...) a la Primera Compañía del Batallón Yaguachi no se le ponga otro capitán", y que "(...) al pasar revista en dicha Compañía, Abdón Calderón sea considerado vivo, y que al ser llamado por su nombre toda la tropa responda: Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones", palabras que son repetidas hasta la actualidad por el Ejército ecuatoriano cada 24 de mayo.

Entonces, a la luz de los acontecimientos probados como realidad, resulta más que absurdo seguir creyendo que la versión romantizada de Manuel J. Calle sobre la muerte de Abdón Calderón pueda ser tomada ni tan siquiera cercana a la misma. Sin embargo, esta desmitificación no significa una falta de respeto al heroismo mostrado por este adolescente de solo diecisiete años, de un hijo que seguía el ejemplo patriótico del padre, de un comportamiento en campo de batalla que despertó el respeto de su general, Antonio José de Sucre, y de un legado que provocó que el mismo Simón Bolívar ordenara un continuo homenaje póstumo por parte de su batallón que hoy continúa el Ejército ecuatoriano.

No, la desmitificación no significa disminuir la grandeza de los eventos y personajes, sino todo lo contrario, enaltecerlos por sus verdaderas acciones y alcances, admirarlos por los sacrificios que en verdad realizaron, no dejando morir su memoria de una manera más sólida y, por tanto, también perenne en el tiempo.


Fuentes

Primarias

  • Sucre, Antonio José de. "Parte oficial de la batalla de Pichincha". Quito, 28 de mayo de 1822. En Macías Núñez, 2007.
  • "Solicitud de doña Manuela Garaycoa". Guayaquil, 18 de diciembre de 1832. En Arellano y Sánchez, 2004.

Bibliográficas

  • Calle, Manuel J. (1905). "Leyendas del Tiempo Heróico: episodios de la guerra de Independencia, lectura para los niños". Guayaquil: Imprenta El Telégrafo.
  • Macías Núñez, Edison (1997). "El capitán Abdón Calderón Garaycoa, soldado, héroe y mártir". Quito: Centro de Estudios Históricos del Ejército.
  • Macías Núñez, Edison (2007). "Historia General del Ejército Ecuatoriano: El Ejército en las Guerras de la Independencia", tomo 2. Quito: Centro de Estudios Históricos del Ejército.
  • Arellano, Víctor Hugo; Sánchez, Mariano. "La muerte de Abdón Calderón: 7 de junio de 1822", Diario El Universo, 7 de junio de 2004.


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