Magnicidio de García Moreno
Cuerpo asesinado del presidente Gabriel García Moreno, por Julio Báscones (6 de agosto, 1875). |
El 6 de agosto de 1875 se materializaron meses de planificación de un Golpe de Estado orquestado por más de una veintena de perseguidos políticos y enemigos de Gabriel García Moreno, presidente de la República que acababa de ser reelegido para el cargo por tercera ocasión. El descontento venía asuzado no solo por la diferencia de posturas y la persecusión, sino, y sobre todo, por los poderes casi dictatoriales que le había otorgado la Constitución de 1869 a la figura del Primer Mandatario ecuatoriano.
Al frente de los conspiradores, que se reunían esporádicamente en sus residencias particulares y en grupos pequeños, estaba el liberal Manuel Polanco, quien gracias a Juana Terrazas había logrado el apoyo del comandante Francisco Sánchez, segundo jefe del Batallón N°1 del Ejército, ubicado en aquel entonces junto al Palacio de Gobierno, donde hoy se encuentra el Museo de Cera. El comandante Sánchez puso como condición que se le presentara el cadáver de García Moreno para movilizar a los soldados.
Polanco contactó así mismo a un grupo de pastuzos que finalmente nunca llegaron, pero sobre todo a Faustino Lemus Rayo, quien se convertiría en el brazo ejecutor del crimen. Otros conjurados en este suceso, tanto directa como indirectamente, fueron el periodista y educador Abelardo Moncayo, el escritor Roberto Andrade, el periodista Manuel Cornejo Astorga, Florentino Uribe, Rafael Portilla y el comandante Francisco Moncayo.
El plan consistía en el asesinato del Primer Mandatario antes de que asumiera su tercer periodo de gobierno, seguido de un Golpe de Estado apoyado por la guarnición militar del Batallón N°1, la destitución de todos los ministros para evitar su sucesión constitucional al poder, y declarar presidente encargado a Pacífico Chiriboga, político quiteño de tendencia moderada que se inclinaba un poco más hacia el liberalismo.
En cuanto a Lemus Rayo, este era un talabartero colombiano cercano a García Moreno hasta que lo envió a la recién creada provincia de Oriente como representante del Gobierno, pero que había perdido la confianza del Presidente por varias denuncias de abuso y corrupción expuestos por los misioneros jesuitas de la región, por lo que fue obligado a retornar a Quito y a permanecer en la ciudad pese a sus constantes pedidos de ser restituido en el cargo.
Este último hecho rompe el mito del lío de faldas que habría motivado a Rayo para asesinar al Presidente, y que apareció recién un par de décadas más tarde de la mano de varios autores opuestos a la memoria política conservadora de García Moreno, pues de ser real que este último tenía una relación de infidelidad con la esposa del colombiano, lo más conveniente habría sido mantenerlo en el Oriente como él mismo deseaba.
Sin embargo, esa misma obligación de permanecer en la capital también le dio a Rayo un móvil importante para participar del crimen, pues se le había cortado de raíz su oportunidad de enriquecimiento y ascenso político, por lo que Polanco pudo convencerlo fácilmente para sus planes magnicidas. También existe la versión nunca comprobada de que la masonería peruana le habría ofrecido un pago de seis mil pesos para asesinar al Presidente.
La mañana del viernes 6 de agosto de 1875 el presidente Gabriel García Moreno salió como siempre de su recientemente construida casa en la Plaza de Santo Domingo, acompañado de su segunda esposa Mariana del Alcázar, su edecán Manuel Pallares y dos secretarios de confianza. Pasó por la casa de sus suegros frente a la iglesia de La Compañía, donde compartió un rato con ellos y se quedaría Mariana, antes de continuar su camino al Palacio de Gobierno.
Al pasar por la Catedral entró a orar como acostumbraba, y al salir no se percató que empezó a ser seguido muy de cerca por Abelardo Moncayo, Roberto Andrade y Manuel Cornejo, mientras que Faustino Rayo le saludó cínicamente al cruzarsele por delante. Otros conjurados se encontraban dispersos por la Plaza Grande a la espera, incluido Manuel Polanco que vigilaba todo el plan desde el portal del Palacio Arzobispal.
García Moreno ascendió al atrio del Palacio de Carondelet, donde Rayo le gritó "¡tirano!", y al voltearse para responderle recibió un machetazo en la frente. Inmediatamente Andrade y Moncayo inmovilizaron al edecán Pallares, mientras el Presidente seguía recibiendo la ira de Rayo en medio de insultos, acusaciones y vilipendios a su conservadurismo religioso, por lo que en medio del dolor el Mandatario exclamó su famosa frase "¡Dios no muere!".
García Moreno intentó ingresar fallidamente al Palacio de Gobierno, Andrade le disparó en la cabeza, lo que provocó que buscara apoyarse en las columnas, por lo que se acercó a las escalinatas que daban hacia la Plaza Grande y que hoy ya no existen, por donde Rayo lo hizo rodar. Algunas personas compasivas se acercaron para intentar socorrerlo, pero los victimarios bajaron enseguida y los alejaron para que Rayo continuara descargando machetazos sobre el cuerpo moribundo al grito de "¡Viva la Patria!".
Inmediatamente después se retiraron en distintas direcciones, Rayo fue alcanzado por tres soldados cerca de la esquina del Palacio Arzobispal, donde el cabo Manuel López lo mató inmediatamente, muchos creen que para evitar que delatara a los confabulados del Ejército, a quienes los asesinos acusaron de haber traicionado los planes. García Moreno fue llevado a la Catedral y colocado bajo el altar de Nuestra Señora de Dolores, donde recibió la extrema unción y casi una hora y cuarto después exhaló su último suspiro, a la una y treinta de la tarde.
Ese mismo día asumió el poder el ministro de Gobierno, Juan Javier León, y el Juez Segundo de Letras dispuso la detención de Manuel Polanco, Rafel Gonzalo y Gregorio Campuzano, siendo este último fusilado sin pruebas el 11 de agosto. Cornejo seguiría su misma suerte el 27 de septiembre. Polanco, por no haber participado directamente en el asesinato fue condenado a diez años de prisión. Andrade huyó a esconderse pero fue apresado en 1894, mientras que Moncayo tuvo que mantener una vida de bajo perfil hasta la llegada al poder del Liberalismo en 1895, cerrándose la causa al año siguiente.
Fuentes
Primarias
- Sumario abierto el 6 de agosto de 1875 por el Juez Segundo de Letras de Quito, sobre el asesinato del presidente Gabriel García Moreno.
Bibliográficas
- Ayala Mora, Enrique (2019). "El poder y la muerte, crímenes políticos en el Ecuador 1830-1959". Quito: Dinediciones.
- Gálvez, Manuel (1942). "Vida de don Gabriel García Moreno" Tucumán: Editorial Difusión.
- Gomezjurado S. J., Severo (1961). "14 machetazos y 6 balazos". Quito: La Prensa Católica.
- Loor, Wilfrido (1955). "García Moreno y sus asesinos", segunda edición. Quito: La Prensa Católica.