Virginia Klinger Serrano
Virginia Klinger (circa 1850). |
Virginia Klinger Serrano (Quito, 1826 - ibídem, 7 de noviembre de 1886) fue una aristócrata y socialité ecuatoriana de mediados del siglo XIX, considerada la mujer más bella de la Capital del país en aquella época y, según algunos, el gran amor del presidente Gabriel García Moreno y amante del emperador Napoleón III de Francia.
Biografía
Nacida en el año 1826 en la ciudad de Quito, entonces parte del Departamento del Sur en la Gran Colombia, Virginia fue hija del coronel Adolfo Klinger Frenet, soldado francés de las gestas napoleónicas que pasó a servir en el Ejército de Simón Bolívar, y así llegó a Quito después de la Batalla de Pichincha. Hizo fortuna rápidamente y, según algunos, de manera dudosa, pues parece que se dedicaba a la falsificación de moneda.
Su madre, por otro lado, era Valentina Serrano Cabezas, hija de un criollo de la ciudad de Buga y una dama de la región de Barbacoas, ambas en la actual Colombia. Valentina había quedado huérfana a temprana edad y pasó a vivir con unos parientes en Quito, quienes la escondieron del coronel Klinger pues mostraba interés en ella, y la familia deseaba que se casara con su propia hija; cosa que claramente no sucedió al final.
En aquel hogar acomodado formado por Adolfo y Valentina, que contrajeron matrimonio en 1823, crecieron la pequeña Virginia y sus cuatro hermanos, tres mujeres y un hombre, compartiendo el tiempo entre la mansión en la esquina nororiental de la Plaza Grande de Quito (actualmente parte del Palacio Municipal), y la centenaria Hacienda Guachalá, que había adquirido su padre en Cayambe. Recibieron una educación de gran nivel y, por insistencia del Coronel, aprendieron la mejor etiqueta francesa.
Para los cánones de la época, Virginia y sus hermanas Leonor, Emilia y Elisa crecieron para convertirse en las jovencitas más atractivas de la ciudad, con cuerpos robustos y caderas anchas, piel blanquísima, caras redondas y narices afiladas, todos símbolos de la buena vida que podía darse la más rancia aristocracia republicana. Se sabe que el mismo Gabriel García Moreno, aún joven y sin el poder político que llegaría a tener años más tarde, pretendió a Virginia y al parecer siempre fue bien correspondido, pero el camino de las uniones matrimoniales acordadas por las familias, ya sea por interés económico o estatus social, les alejaría tristemente uno del otro.
Matrimonio y descendencia
Carlos Aguirre Montúfar (circa 1850). |
Virginia terminó casándose con Carlos Aguirre Montúfar, hijo de la prócer independentista quiteña Rosa de Montúfar y, por tanto, nieto del célebre Marqués de Selva Alegre. Su padre, el general Vicente Aguirre, fue edecán y mejor amigo del mariscal Antonio José de Sucre, además de haber ocupado varios cargos públicos importantes durante los primeros años de vida republicana grancolombiana primero, y ecuatoriana después.
La pareja procreó únicamente dos hijos:
- Carlos Vicente Aguirre Klinger (1848-1869). Murió soltero y sin descendencia.
- Virginia Aguirre Klinger (1850-1925). Casada con Rafael Barba Jijón, de quien fue segunda esposa y con quien tuvo ocho hijos:
- María Barba Aguirre. Casada con Julio Urrutia Olano, con descendencia.
- Augusta Barba Aguirre. Murió soltera y sin descendencia.
- Alfonso Barba Aguirre. Casado con Beatriz Larrea Jijón, con descendencia.
- Carolina Barba Aguirre. Casada con Leonardo Freile Gangotena, sin descendencia.
- Virginia Barba Aguirre. Casada con Pedro Aguirre Guarderas, con descendencia.
- Inés Barba Aguirre. Casada con Carlos Ruiz Calisto, sin descendencia.
- Rafael Barba Aguirre. Murió soltero y sin descendencia.
- José Barba Aguirre. Murió soltero y sin descendencia.
Sin embargo, y a pesar del enlace matrimonial entre ambos, el carácter más bien aburrido de Carlos terminó por desencantar a Virginia, que se mostraba más independiente y ávida de constante crecimiento personal. Entre la notable descendencia de la pareja se encontraba su no menos famosa bisnieta María Augusta Urrutia, considerada la mujer más rica del país en la primera mitad del siglo XX, pues en ella confluyeron varias fortunas que acabarían en manos de la Compañía de Jesús tras su muerte.
Vida adulta
Retratada en París, por Édouard Viénot. |
En algún punto de finales de la década de 1850, Carlos Aguirre fue enviado como embajador de Ecuador ante Francia, y Virginia viajó junto a él y sus hijos a París. Allí la dama brilló con luz propia en la Corte imperial de Napoleón III, de quien varias fuentes afirman fue amante; además de ser retratada por el célebre Édouard Viénot. A su regreso a Quito la pareja estaba envuelta en ese halo de glamour que solo podía darles el haberse codeado con lo más destacado de la nobleza europea y su creciente burguesía.
En 1862 el poeta colombiano Arcesio Escobar, que estuvo por Quito y como todo hombre que la conocía, quedó fascinado por su belleza y le dedicó un romántico poema traducido de Lord Byron. Esto despertó los celos del presidente García Moreno, que se dice intentó fusilarlo, pero la misma Virginia habría logrado llevarlo disfrazado de mujer hasta la Embajada de Colombia. Algunos aseguran que fue una de las causales de la breve guerra con ese país, sucedida aquel año.
Después de los fatídicos terremotos de Imbabura sucedidos en 1868, que afectaron a todo el norte del país, Virginia adquirió el colapsado Claustro de San Buenaventura, en la sección sur del Convento de San Francisco, lugar histórico en el que había sesionado largos años el Congreso de la República. Financió entonces la construcción del actual Convento de San Carlos, en honor a su hijo Carlos Vicente, que había fallecido alrededor de los veinte años de edad.
Para ocupar el mencionado Convento mandó a traer de Francia a la Compañía de las Hijas de la Caridad, que desde 1870 se harían cargo no solo del edificio, sino también de la casa de recogimiento de obras pías y niños expósitos (huérfanos), que funcionarían allí. Algunas fuentes, no tan bien documentadas, relatan que una de las primeras acogidas sería una hija extramarital que la mismísima benefactora habría tenido con Gabriel García Moreno, su eterno enamorado desde la adolescencia.
Virginia Klinger falleció el 7 de noviembre de 1886 en la ciudad de Quito, a la edad de 60 años, y fue sepultada en el mausoleo familiar de los Montúfar, antiguos Marqueses de Selva Alegre, en el Cementerio de la Recoleta del Tejar.